¿A qué edad puedo/debo tener novio(a)? por Howard Andruejol howard

He aquí una de las grandes interrogantes de la vida (las otras son “quién soy”, “de dónde vengo”, “a dónde voy” y “por qué los mocos son verdes”). Todos nos hemos hecho esta pregunta, por iniciativa propia o en reacción a la opinión de nuestros padres (porque quizás piensan que la edad perfecta para que tengas novio(a) es a los 40).

Tengo que confesar que desde hace algún tiempo ha estado fijándose un número, una “edad ideal” en mi cabeza; pero he decidido no publicarla (sólo se la he dicho a mi esposa).
Aparte del hecho que sería una respuesta poco popular (que podría generar respuestas violentas en mi contra), creo que establecer una edad para el noviazgo tiene serias fallas.
¿Qué pasaría si alguien ya tiene “la edad” pero aún no está listo(a) para una relación de noviazgo? ¿O podría darse que ya esté listo(a) pero todavía no tiene “la edad”?
Mi propuesta es entonces que reformulemos la pregunta de la siguiente manera:
¿Qué necesito para tener novio(a)? O dicho de otra forma…

¿CÓMO SÉ SI YA ES TIEMPO PARA UN NOVIAZGO?

1. Evalúa tu discernimiento espiritual.
Uno de los requisitos para tener relaciones exitosas (ya sea con amigos, con familiares, o con tu pareja) es que constantemente estés desarrollando tu crecimiento espiritual. Cuando tu vida se caracteriza por la llenura del Espíritu tienes los elementos necesarios para llevarte bien con los demás (Gálatas 5:22,23). He visto muchos noviazgos destruirse por falta de madurez espiritual (celos, egocentrismo, falta de perdón).

Adicionalmente, con mucha tristeza debo mencionar que el pecado sexual es un fuerte enemigo que procura destruir lo que con oración y dedicación hemos soñado edificar.
Por la falta de dominio propio (que es fruto del Espíritu), muchas veces no logramos controlar nuestros besos, nuestras caricias, y nos dejamos derrotar por el pecado. Esas heridas nos lastiman, y se convierten en un peso que daña nuestro noviazgo. Una sólida y madura vida espiritual no permitirá eso (Gálatas 5:17).
Conforme nuestro carácter espiritual va desarrollándose, no solamente tenemos la valentía para resistir tentaciones, sino que también estamos mejor capacitados para tener una perspectiva clara del proyecto de Dios para nuestra vida. Nuestra vocación, nuestro ministerio, nuestros planes para las próximas décadas van alineándose con la voluntad de Dios. Con esta visión, podremos saber con quién hacer equipo para la vida.
(Dicho sea de paso, esto mismo nos ayuda a responder la pregunta si debemos tener un(a) novio(a) no cristiano(a).

2. Evalúa tu madurez emocional.
Muchas veces suelo preguntar en los grupos de jóvenes cuántos tienen ya suficiente dificultad para lidiar consigo mismos o cuántos no logran ni entenderse a ellos mismos. Casi todos levantamos la mano (los que no lo hacen es porque se quedaron dormidos durante mi conferencia). La expresión “turbulencias emocionales” quizás sea la que mejor describa algunos momentos de nuestra vida. Hasta cierto punto, esto es normal porque estamos aprendiendo a descubrir, regular y expresar nuestra rica gama de sentimientos.
Es por ello que sucede en ti la típica lucha de querer hacer una cosa pero terminar haciendo otra, o bien saber que algo es bueno o malo y de igual manera decidir lo contrario. Nuevamente, este conflicto es perfectamente normal y necesario para desarrollarte plenamente.
¿Cómo se ve entonces la madurez emocional? Fundamentalmente, una persona emocionalmente madura, entre otras cosas:
1. Toma las decisiones que sabe son correctas independientemente del placer, malestar, conveniencia o incomodidad que le puedan producir. En otras palabras, si haces lo que sabes que es correcto aunque no tengas ganas de hacerlo, vas por buen camino.
2. Disfruta haciendo el bien y se disgusta haciendo lo contrario. Al mismo tiempo, sabe que sus sentimientos no son una guía moral segura (es decir, solo porque disfruta algo no quiere decir que sea bueno).
3. Prefiere sacrificarse hoy para disfrutar mañana, frente a disfrutar hoy para perjudicarse mañana. Esto es conocido como gratificación diferida.
4. Conoce sus sentimientos y los expresa de manera constructiva.
5. Resiste los impulsos.
A menos que domines progresivamente estas cualidades, muchas decisiones y relaciones podrían complicarse. (Por cierto, si esto ya te ha sucedido, tal vez te sirva la lectura de mi artículo “Como des-enamorarte” en www.elbunker.net).

3. Evalúa tu capacidad para casarte.
He llegado a la convicción de que la mejor razón (si no la única) para tener novio(a) es considerar la cercana posibilidad de contraer matrimonio. Me parece que esta intención refleja en buena medida el discernimiento espiritual y la madurez emocional. Cuando solamente pretendes los otros beneficios del noviazgo (como la compañía o lo romántico) podrías quedar atrapado(a) en una situación pasajera sin propósito.
Un buen amigo, pastor juvenil, acostumbra preguntar a sus jóvenes, cuando le cuentan acerca de sus deseos de comenzar un noviazgo, si están en la capacidad para casarse dentro de un año. No se trata de una ley que deban cumplir, sino de llamar su atención a sus intenciones y posibilidades también.

Algunos comienzan su noviazgo quizás sabiendo el propósito de casarse, pero no teniendo en un plazo cercano la capacidad de hacerlo (quizás por limitaciones económicos, por la necesidad de completar sus estudios, etc.). Hay un buen deseo, y un gran peligro. Los noviazgos largos tienen a complicarse debido a la costumbre o monotonía (parece que ya no quedan cosas a hacer juntos como novios porque ya han agotado todas sus ideas en sus citas), debido a las tentaciones (todos queremos siempre más incluso en la dimensión física de la relación), debido a la pérdida de visión o propósito (ya se te olvidó incluso por qué eran novios y hacia dónde iban) y debido a las presiones (tal vez de los padres o de uno de los novios).

Con estas tres ideas en mente, te animo a no comenzar algo que luego no sabes cómo terminar. Si todavía no tienes el discernimiento espiritual, la madurez emocional y la capacidad para casarte, entonces mejor no adelantes un noviazgo. Podrías terminar dañando tu vida y la de las personas que tanto quieres. Salmos 37:4,5 te recuerda que esperar y confiar en Dios siempre traerá bendición para tu vida.

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